
“En un planeta limpio alcanza el hombre su plenitud”
Darwin hoy
Introducción
Antes de hablar de la revolución científica darwiniana, sería preciso dejar bien sentado a qué aludimos con ese término, qué es lo qué significa en los contextos filosóficos y científicos, e incluso, qué sugiere al público en general, al no versado en el saber científico, al hombre de la calle.
El término revolución científica, puede ser interpretado de diversas maneras. Por un lado el concepto alude a un cambio radical en la manera de pensar y de sentir del hombre, de pensar el mundo en que vive, de reflexionar sobre los conceptos y creencias religiosas que venían alimentándole, las arraigadas creencias sobre su propia naturaleza. ¿La naturaleza es ahora la que crea al hombre a través del azar? ¿Ya no hay un plan divino? En esta secuencia sin plan divino, ¿la presencia del hombre en la tierra ya no tiene un objetivo definido por dios? Si los animales no tienen alma y provenimos de ellos mediante un proceso evolutivo, ¿ya no la tenemos nosotros? ¿Y todo el problema de la salvación dónde queda? El sacrificio de Cristo ¿sirvió solamente para salvar a simios avanzados y no a hombres creados para dar cuenta de tal hecho y de la enorme bondad de dios? ¿Ya no fuimos creados para contemplar un día al creador y gozar sempiternamente de su presencia?
Por otro lado, en el ámbito especializado de las academias científicas, la teoría de la evolución vino a mostrar que para explicar a la naturaleza, no se tenía que ir más allá de la naturaleza misma. Explicar sus movimientos, su economía, su razón de existir, su pervivencia, la fuerza de su continuidad, solo requería el método que el mismo ingenio humano había sido capaz de crear y que había ya mostrado de manera fehaciente su potencia inquisitiva en la física y en la química, el que Bacon había sacralizado: El método científico. No se necesita para explicar los fenómenos todos de la naturaleza incluyendo al hombre, más que la observación y la experimentación. Quedaba fuera de toda consideración el diseñador, con su plan divino, que todavía preocupó a Copérnico, a Kepler e incluso a Newton. Ahora, como llegó a decir T. Huxley, en la época de los debates más intensos sobre la teoría de la evolución, de la cual era el defensor más ferviente, no se necesitaba hablar de un diseñador para explicar el diseño. El relojero que postulaba Newton para explicar el mecanismo de relojería del universo, como él llegó a concebirlo, era una referencia inútil en el discurso científico. El darwinismo, entonces, es revolucionario porque ya no recurrió a arcanas afirmaciones sobre la biología sino porque sugirió que la lógica subyacente de la naturaleza podría ser sorprendentemente simple, y que el mismo ingenio humano podría explicarla pero exige renegociar, o incluso rechazar, un sinnúmero de creencias y valores fundamentales de la cultura cristiana (Bowler, P.J., Rhys Morus, I. (2007).
“La teoría de la evolución”, afirman Reale y Antiseri (1988) “representó en el siglo pasado un fenómeno análogo al ocurrido varios siglos antes con Copérnico en el ámbito de la astronomía” una revolución científica en el más estricto sentido de la palabra, generadora de grandes avances, que rebasaron el campo de la biología. Darwin como Copérnico modificó la concepción referente al lugar del hombre en la naturaleza”.
La teoría
Actualmente está fuera de toda duda, que la teoría de la evolución constituye una verdadera revolución científica. Sin embargo, es preciso trazar por lo menos a grandes rasgos las características esenciales de la misma (Stix, G. 2009)
La selección natural
La teoría de la evolución se sustenta en un concepto verdaderamente revolucionario: el de selección natural. En esencia dice que así como los criadores de plantas y animales, seleccionan a los que tienen características más favorables y más deseables, el medioambiente se encarga de seleccionar entre las variaciones hereditarias existentes las más idóneas, las que le aseguren la supervivencia y de ese modo tengan mayores oportunidades de reproducirse y producir una progenie mejorada y mejor adaptada que con el tiempo llegarán a ser las que predominen. La evolución, así, consiste en una serie de adaptaciones, cada una de las cuales es adquirida o descartada por una especie determinada, debido a la presión selectiva a lo largo de un periodo de tiempo prolongado. (Orr H. A, 2009; Reale, G., Antiseri, D., 1988).
La selección natural es un concepto tan poderoso que se puede utilizar con éxito para explicar la resistencia del virus al medicamento AZT contra el Sida:
Si produjéramos muchos mutantes, al final tendríamos un número limitado de éstos con un cambio en la parte de la molécula de la transcriptasa inversa que reconoce y se une a la timidina normal (Figura a.4a). Si una de estas secuencias alteradas tuviera menor probabilidad de equivocarse entre el AZT y el nucleótido normal, entonces la variante mutante del VIH sería capaz de continuar replicándose en presencia del medicamento. En poblaciones de viriones del VIH tratados con AZT, las cepas incapaces de replicarse en presencia de AZT disminuirían en número y las nuevas formas llegarían a ser dominantes en las poblaciones del VIH.
Los investigadores tomaron repetidamente muestras de viriones del VIH de pacientes que tomaban el AZT a lo largo de su tratamiento. Encontraron que las cepas víricas presentes tardíamente en el tratamiento eran diferentes genéticamente de las cepas víricas presentes antes del tratamiento en los mismos individuos huéspedes.
Las mutaciones asociadas con la resistencia fueron a menudo las mismas de un paciente a otro, y se localizaban en el centro activo de la trasncriptasa inversa.
Estos cambios genéticos permitían a las cepas mutantes del virus replicarse en presencia del AZT. Sin embargo, a diferencia de la situación en nuestro experimento imaginario, no ha habido ninguna manipulación consciente.
Si el paciente está tomando AZT, se suprimirá la replicación de las variantes del VIH no alteradas, pero los mutantes resistentes serán capaces de sintetizar algo de DNA y producir nuevos viriones. A medida que los viriones resistentes se reproducen y los no resistentes decaen, la fracción de los viriones que son resistentes al AZT en el paciente aumenta con el tiempo.
Este proceso de cambio con el tiempo en la composición de la población vírica se denomina evolución por selección natural.
Las peripecias de la teoría de la evolución hasta su aceptación total en el mundo científico
El concepto de selección natural, fue el que más tardó en ser aceptado en el ámbito científico. Hubieron científicos de gran talla que se negaron a aceptarla. Por ejemplo, J.F.W. Herschel la calificó como “ley sin orden ni concierto” y llegó a proponer que la evolución se entendiera como un proceso supervisado por la divinidad; Richard Owen aceptaba la evolución como un proceso cuyo curso obedecía a un plan divino predeterminado, mientras que Asa Gray en quien tanto confiaba Darwin y se consideraba él mismo darwinista, aconsejó a Darwin que asumiera que la variación no es aleatoria sino que “ha sido guiada con arreglo a ciertas pautas beneficiosas” (Gray, 1876, citado en Bowler, P.J., Morus, I. R. 2007). Otros, no menos sobresalientes, basándose en el trabajo de Mivart sostenían que la evolución funcionaba gracias a tendencias no adaptativas incorporadas de algún modo a la naturaleza de la propia vida. (Bowler, P.J., Morus, I. R. 2007)
Es preciso recordar que Darwin, durante el viaje que hizo, de 1831 a 1836, alrededor del mundo en el HSM Beagle, como caballero-naturalista, realizó innumerables observaciones que lo llevaron a intuir los principios de su teoría. El mismo afirma en su autobiografía que tal viaje constituyó la verdadera educación de su mente. De todas las observaciones que hizo, las de un depósito de conchas marinas a 7000 pies en lo alto de los andes, el esqueleto fósil de un perezoso gigante, y las que efectuó sobre el pico de los pinzones en las islas Galápagos son, sin duda, las más importantes. De las mismas, Darwin intuyó de que el tamaño del pico de los pinzones, según la isla que habitaban, debieron haber cambiado a través de varias generaciones para acomodarse a los diferentes tamaños de semillas o insectos consumidas en cada una. Es decir que había habido un proceso de selección natural para ir adecuando poco a poco, a través de varias generaciones, el tamaño de los picos al tamaño de las semillas y de los insectos que los pinzones consumían.
Estas observaciones sobre los pinzones y los pinzones mismos, son tan importantes que aún despiertan el interés de los biólogos evolucionistas y se han convertido en sujetos ideales para estudiar, en tiempo real, la evolución debido a que se reproducen rápidamente, están aislados en las islas y rara vez migran.
De ahí que biólogos evolucionistas como R. Grant y B. Rosemary Grant de la universidad de Princeton, desde 1970 han utilizado las Galápagos como un gran laboratorio para observar más de 20 000 pinzones y mostrado de manera concluyente como el promedio en tamaño de los picos y de los cuerpos cambia en una nueva generación al cambiar el clima de húmedo a árido, siguiendo el ritmo de El Niño. Ellos están en posibilidades de exponer cronológicamente ejemplos posibles de nuevas especies que están comenzando a emerger.
Los Grant solo son uno entre varios grupos que se han embarcado en misiones para atestiguar la evolución en acción, ejemplos de cómo la evolución a veces se mueve en brotes repentinos que pueden medirse en años y no en eones, contradiciendo así la caracterización de Darwin de una progresión lenta y suave.
Actualmente, los genetistas con sus sofisticadas herramientas, han probado que el concepto de selección natural es indispensable para explicar a nivel molecular la acumulación de genes favorables en una población. Si un gen mutado corresponde a un rasgo que es beneficioso en un entorno nuevo, los organismos que lo lleven se reproducirán más fácilmente y la siguiente generación contendrá más organismos con ese gen. A la inversa, un gen que confiera un rasgo nocivo será eliminado en forma gradual (Bowler, P.J., Rhys Morus, I.2007). En palabras más precisas, la evolución adaptativa es un proceso de dos etapas claramente diferenciadas de mutación y selección. En cada generación la mutación produce variantes genéticas nuevas dentro de las poblaciones, cuya frecuencia, con base en la adecuación o inadecuación de las mismas a las condiciones de rigor del ambiente, la selección natural se encarga de incrementar o reducir. (Orr, Allen., 2009)
Definitivamente, para llegar a este grado sofisticado de interpretación, tuvo que ser establecida como disciplina científica la genética. Si bien Gregorio Mendel en 1832 ya había dejado establecidas las leyes fundamentales de la herencia aún sin conocer los cromosomas ni los genes, hubo de pasar más de un siglo para que estos elementos fundamentales en el proceso de la herencia fueran descubiertos y descifrado su lenguaje.
Dos investigadores, uno estadounidense: James D. Watson y el otro inglés: Francis Crick, se adjudicaron en 1953 ese triunfo al diseñar un modelo representativo de la molécula del DNA, y descifrar el código genético: el lenguaje que utiliza el DNA para transmitir los caracteres hereditarios, un lenguaje de solo cuatro letras A, T, C, G, las letras iniciales de los nombres de las bases nitrogenadas que conforman la molécula de DNA: Adenina, Timina, Citosina y Guanina.
El modelo consta de dos cadenas unidas por puentes de hidrógeno, en donde están ancladas en cada punto de unión, una frente a otra cada una las bases mencionadas antes con lo cual semeja una escalera, de caracol precisamente, ya que gira sobre su eje longitudinal denominada doble hélice.
El establecimiento de la estructura del ADN y el descubrimiento del código genético, tuvo consecuencias de gran alcance para la comprensión de los mecanismos físicos de la herencia y la variación. Se llegó a comprender que durante el proceso de copia de la molécula de DNA, previo a la división celular, la secuencia de las bases puede alterarse dando por resultado una mutación: una base puede tomar el lugar de otra en una posición particular de la cadena, puede borrarse todo un block de bases, puede duplicarse, o insertarse en una parte del block otro block, dando por resultado características nunca antes existente: 6 dedos en una mano humana, falta de pigmentación en la piel, etc.
Hoy se ha llegado a establecer, de manera fehaciente, que ciertos genes, llamados de control, tienen efectos poderosos en la proliferación de células y en su diferenciación durante el desarrollo embrional, cuyos cambios pueden producir cambios dramáticos en el tamaño, forma y número de partes del cuerpo. Evo-devo, una subespecialidad dentro de la biología evolucionista se concentra, precisamente, en el estudio del papel que juegan en la evolución los cambios en los mencionados genes de control (Kingsley, D.M. 2009).
Actualmente, Dobzhansky, ha desarrollado una teoría conocida como Síntesis Moderna de la Teoría de la Evolución que integra genialmente la selección natural con la genética mendeliana y conocimiento relevante de otras disciplinas biológicas (Ayala, F.J y. Fitch, W.M., 1997.)
Indudablemente que la teoría de Darwin es aplicable también para interpretar evolutivamente el origen de esa especie sui generis denominada Homo Sapiens, nuestra propia especie, y de hecho Darwin lo intento genialmente en Descent of Man.
En la medida que es un tema que toca directamente nuestros orígenes, lo trataremos en un artículo especial próximamente.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Ayala, F. J.;. Fitch, W.M. (1997). Genetics and the origin of species: An introduction, Vol. 94, pp. 7691–7697, July Colloquium Paper
Bowler, P.J., Morus, I. R. (2007). Panorama General de la ciencia moderna Barcelona: Crítica.
Kingsley, D. ,(2009), From atoms to traits en Scientific American, January
Orr, H. A.; (2009) Testing Natural Selection, en Scientific American, January.
Reale, Giovanni; Antiseri Dario. (1988) Historia del Pensamiento Filosófico y Científico. Del Romanticismo hasta hoy. España: Herder.
Stix, G. (2009), Darwin’s living legacy, en Scientific American, January